Ladrón...

¡Menudo ladrón es usted!

Que me roba el corazón en un instante.

Y, después con tono dulce, me pide se lo obsequie...

¡Qué difícil responder a aquella petición!

No por entregarlo, no me mal entienda usted.

Pero ¿cómo le he de regalar algo que ya le pertenece por propia voluntad?

Entradas populares de este blog

Contigo me negué a creerlo...

Jueves