Ladrón...

¡Menudo ladrón es usted!

Que me roba el corazón en un instante.

Y, después con tono dulce, me pide se lo obsequie...

¡Qué difícil responder a aquella petición!

No por entregarlo, no me mal entienda usted.

Pero ¿cómo le he de regalar algo que ya le pertenece por propia voluntad?

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